INTRODUCCIÓN
Hola amigos, esta es mi primera vez que escribo una historia. Mi nombre es Joshua tengo 43 años soy gay de rol activo, vivo en un
municipio llamado Mompox del departamento de Bolívar de la República de
Colombia. no soy muy hábil escribiendo, pero me decidí hacerlo porque el chico
de la historia es muy caliente y cada vez que lo llamo por celular para
contarme sus historias logra hacerme masturbar.
Por eso, estas experiencias no
son mías son de este chico que conocí por la aplicación Grinder, él vive en
Margarita, otro municipio cerca del mío, su nombre es Esteban tenía 16 años
cuando lo conocí por la aplicación, ahora está en los 17. Es un joven que está
empezando a explorar el mundo gay con todas sus perversiones, se derrite por la
gente madura especialmente si son vergones y le gusta hacerlo sin condón,
porque según él, le mata la sensación de sentir la leche caliente cuando el
macho se viene dentro de él.
En todos los relatos escribiré como si él mismo estuviera hablando,
aunque en algunas partes me tocó rellenar ciertos detalles por la poca
información que él me daba.
Hola mi nombre es Esteban tengo 16 años, soy de contextura delgada, color de piel trigueño, baja estatura, cabello negro y ojos café claros. En mi casa somos 4, mi padre, mi madre una hermana, que no se encuentra en casa porque está estudiando en Bogotá - Colombia, y yo. Siempre me han atraído los hombres especialmente los maduros por su gran experiencia y seguridad.
Las relaciones
con mis padres son normales, soy más allegado a mi madre para hablar o pedirle
cosas, con mi padre es un poco seca la relación ya que sólo lo busco cuando
necesito algo material como dinero, pero para hablar de sexo o algo que me
molesta no me atrevo a comunicarle por su forma de ser y está más entregado a
su trabajo.
A mis 14 años ya
las hormonas se empezaron a alborotar, eso creó en mí una curiosidad y gusto
por los hombres mayores. Mi primera vez fue con un vecino, era un muchacho de
30 años, contextura gruesa bien tonificado, alto, color de piel moreno, ojos y
cabellos negros, se llama Manuel. Vivía al lado de mi casa, las casas de mi
pueblo no están separadas en los patios por paredes sino por cercas de guaduas,
así que siempre que se iba a bañar me daba cuenta que no lo hacía en el baño
sino en el patio y desnudo. Un cierto día eran casi las 6 pm, me fui para el
patio a verlo y contemplarlo mejor, estaba yo solo en casa y me puse detrás de
un matorral para que no me viera.
Él llega al
patio, tenía un suéter rojo y una pantaloneta color azul, estaba sudado porque
venía de jugar un partido en el campo. Cuando se quita el suéter veo ese pecho
moreno bien cuidado que por el sudor brillaba por los tenues rayos de luz del
sol que se iba ocultando, resaltando más su color moreno y haciendo que yo me
mojara los labios con mi lengua como provocando mi apetito ante semejante
visión, después se baja la pantaloneta y el pantaloncillo, al mismo tiempo, quedando
totalmente desnudo frente a mí. Algo por todo mi cuerpo empezó a correrme como
un corrientazo que hizo dilatar mi culo sin saber que era, mi corazón latía
rápidamente, mi respiración se entre cortaba y mis ojos no espabilaban para ver
cada detalle de su gran morcilla morena, era la primera vez que veía una verga
de un macho mayor.
Manuel empezó a
echarse agua y a enjabonarse todo el cuerpo, yo estaba totalmente hipnotizado
viendo ese provocativo macho, al estar sobándose el jabón en las bolas veo que
se le ponía más grande la verga, tenía como 19 cm de largo, me quedé con la
boca abierta y botando la baba al ver que ese hombre estaba provocador, tanto
que decidí salir de los matorrales y verlo más de cerca no importando que me viera,
quería probarla. Él se da cuenta que lo estoy viendo, pero no se inmuta por
eso.
Manuel: “Oye
pelao, ¿qué haces tú ahí?
Yo: “Nada, aquí
viéndolo solamente”.
Manuel: “¿Por
qué me estás viendo?”
Yo: “Es que
usted me provocó con esa vergota que se manda”
Manuel: “¿Tú
eres marica, te gustan los hombres?”
Yo: “Hombres, así
como usted, sí señor”
Manuel termina
de enjuagarse quitándose todo el jabón del cuerpo y se acerca desnudo con la
verga parada donde me encuentro yo.
Manuel:
“¿Quieres chuparla?”
Metiendo su
verga, en medio de los palos de guadua de la cerca, hasta donde estaba yo
arrodillado, quedando cerca a mis labios que me babeaba solo, abrí la boca sin
pensarlo dos veces y me metí la cabeza de la verga. Era muy inexperto chupando
verga, él se dio cuenta de eso y me instruía en cómo debía hacerlo.
Manuel: “Con
calma, lámelo primero pasándole la lengua por toda la cabeza y chúpalo como si
fuera un guineo o caramelo.”
Con esas
indicaciones empecé a cogerle ritmo y disfrutar el sabor de su verga, sabía que
lo estaba haciendo bien porque escuchaba como gemía Manuel y cómo le temblaban
las piernas.
Manuel: “¿Por
qué no me das culo?”
Yo: “Nadie me ha
comido y me da miedo”
Manuel: “Ah,
¿eres virgen?”
Yo: “Sí señor, a
nadie le he dado mi culo.”
Al decirle esto,
más se emocionó y me insistía en que se lo diera.
Manuel: “¿Con
quién estás en la casa?”
Yo: “Ahora estoy
solo mis papás no están y regresan más tarde.”
Eso más lo
emocionó, al estar tan excitado, no podía dejar pasar esa oportunidad sin
probar un culo virgo, así que empezó a soltar el alambre de la cerca para
aflojar cuatro guaduas y de una se pasó para el lado de mi casa.
Manuel: “Ven
mamita déjame ser el primero que te abra ese culo.”
Me tomó de la
cadera y me levantó del suelo dándome un gran beso bien apasionado,
derritiéndome entre sus brazos sin poner resistencia alguna. Me besaba el
cuello quitándome la ropa sin darme cuenta, estaba totalmente ido en sus
caricias, me sentía en las nubes, cuando volví en mí ya estaba completamente
desnudo y su verga rozaba en medio de mis nalgas sintiendo como lubricaba el
ojito de mi culo, la babita que salía de su punta. Me baja de sus brazos,
inclinándome sobre un árbol y abriéndome las piernas, siento algo húmedo y
caliente en mi ano y una sensación de placer que no podía describir, tanto que
me hizo lubricar y gemir de lo excitado que estaba.
Yo:
“¡Entiérramela! Ya quiero que me preñes llenándome el culo de tu leche”.
Manuel no lo
pensó más, escupió saliva en su verga y empezó a puntaliarme un poco, porque
sabía que debido a su tamaño no iba a entrar de una en mi culito virgen, me
empezó a entrar una pequeña parte de la punta de su cabeza, la metía y la
sacaba; cada vez que hacía esto me escupía el culo y su verga para que
lubricara la parte ya despejada y pudiera enterrarla más y más. Al rato pude
sentir que entró toda la cabeza de su verga en mi culo y un dolor intenso sentí
como si me quemara por dentro, él la sacó y volvió a repetir el método de
escupir en mi culo y su verga, al meterla otra vez sentí que entró un poco más
hasta la mitad de la verga y ya no quería sacarla, sino meterla más. Podía ver
como enloquecía dándome duro.
Manuel: “Mamita
rica, que culito apretadito y caliente tienes creo que me voy a venir rápido”.
Yo: “¡Ay, ay,
ay, vecino, ay, ay, me duele!”
Él, a pesar de
los gritos que daba, no paraba de darme duro metiéndola solo hasta la mitad
porque no me cabía más. Yo con el dolor que sentía al comienzo se convirtió en placer
al final, tanto es así, que mi pene lubricaba y empecé a gemir como perra, hasta
que de repente, sentí un chorro caliente que me llenaba todo el culo, fue tan
rica la sensación que empecé a llegarme también al sentir la leche dentro de mí
de un macho, que era mi mayor deseo.
Manuel al sacar
la verga le salió con sangre, yo me pase la mano por mi ano y vi semen revuelto
con sangre que salía de mí, me asusté por eso, pensaba que me había reventado
algo, me metí a mi casa para echarme algo para que la sangre parara y Manuel se
fue a la suya. Estuve sangrando por una semana, pero ya era menor la intensidad
así que me calmé. No le dije nada a mis padres de eso y no volví a tener
relaciones por un mes hasta que estuviera bien del todo.
He vuelto a ver
a mi vecino y le he dado culo varias veces, hasta que por fin la verga de él me
la puedo meter toda hasta los huevos. Después de cierto tiempo mi vecino le
tocó mudarse y quedé sin mi ración de verga diaria, pero comprendí que me
gustan que los machos me preñen y si son vergones mejor, son más lecheras.